Lo suyo con la fresa no es un amor actual sino que viene de lejos. El responsable técnico de Producción de Grufesa, Manuel Jesús Martínez, siempre ha sabido que su futuro estaría ligado a este cultivo. Lo ha tenido claro, según apunta, “desde niño. Siempre he sabido que quería dedicarme a asesorar en el cultivo de la fresa”.

Comenzó a querer a esta berry cuando tenía apenas ocho años. “Mi padre era albañil, ajeno al sector de los frutos rojos, pero tenía un terreno pequeño, de una hectárea, al que íbamos cada fin de semana a recoger fresas”. Para sus padres, según cuenta Manuel Jesús, estas berries eran un ingreso más para una familia con tres hijos y para él, el inicio de una relación que dura hasta ahora.

Sus estudios estuvieron relacionados con el sector primario, primero como ingeniero Técnico Agrícola en La Rábida (UHU) y después como ingeniero Agrónomo en Badajoz, además de un máster en Prevención de Riesgos Laborales en la UHU. Llegó a Grufesa en 2009 y asegura que la finca familiar, donde hacían la recolección de fresas cada semana, sumó experiencia inicial a su trabajo. “La carrera te prepara en la teoría, te enseña dónde buscar los conocimientos, pero la práctica te la da el campo”.

Para Martínez, el departamento técnico es fundamental en la cooperativa. Sus labores se extienden desde el control de la salud de la planta, las técnicas de producción, etc. hasta “una labor sicológica muy importante con los agricultores”. La experiencia en el sector le ha llevado a saber “hablar con las plantas. Sé lo que necesitan, lo que me están pidiendo con solo mirarlas”. El contacto directo con el agricultor de Grufesa hace que “nos cuente sus problemas, cómo le va la campaña, las alegrías y penas las vivimos con él. Pone en nuestras manos su negocio y la economía de su familia”.

Asegura que cooperativa ha ido evolucionado en temas técnicos y productivos. “Apostamos por la sostenibilidad y eso nos ha llevado a ser diferentes, a dar al consumidor algo más”. Su primera experiencia con técnicas innovadoras de cultivo vino de la mano del proyecto NNTT Abioagrín, que suma el trabajo de seis empresas para apostar por un proceso de cultivo natural, controlando las enfermedades y plagas. “Desde entonces ha sido un aprendizaje constante para seguir sumando bondades al cultivo”.